Muy bien, finalmente llegamos a la segunda parte sobre la estructura básica de una historia. No voy a dar vueltas, si leyeron la primera parte saben dónde nos quedamos, si no se las dejo aquí. Entonces, empecemos.
Acto 2:
Acción ascendente:
Esta parte se refiere a todo ese desarrollo que ocurre desde que tu personaje cambia por completo su vida, comienza a perseguir un nuevo objetivo y hasta que está a un paso de conseguirlo (climax).
No quiero extenderme en esta parte porque esto es todo de lo que hablé y dejé consejos en mi entrada sobre la parte media de una historia, al igual que en conflicto y desarrollo de personaje. Pueden leer ambas para más detalles, pero básicamente aquí es donde tu protagonista forma nuevas relaciones, estrecha lazos, crece, aprende, busca un objetivo, lo pierde, sigue buscando y demás.
Esta es la parte más larga de una historia, tal vez ocupe como un sesenta por cierto de tu historia o más, dependiendo de cuánto te extiendas en las otras secciones. También es la parte que a todos nos cuesta más, pero ánimo.
Otra cosa para mencionar aquí es un tema sobre el que haré una entrada luego de esto, y tendrá que ver sobre la diferencia entre deseo y necesidad de nuestro personaje principal. Para los que ya sepan sobre esto, durante toda esta parte la protagonista vivirá creyendo una cosa y será al final de esta parte, justo antes del climax, que aprenderá la verdad que la llevará a actuar.
Climax:
La mejor parte del sexo y también de una historia. Esta es la batalla final, la confesión de los amantes, la tan esperada derrota del villano. Es la parte en la que elevamos la tensión al máximo y mostramos que todo lo que el lector ha visto hasta ahora tenía una razón de ser.
Aquí, nuestro/a protagonista se luce con todo lo que ha aprendido y madurado. Es cuando la pareja principal vuelve a encontrarse para resolver sus problemas, cuando el ejército se enfrenta a su enemigo o cuando el personaje principal se encuentra cara a cara con su némesis.
Esta es la batalla en la que la protagonista lucha por lo que ha estado buscando durante toda la historia y al fin lo obtiene, o no. Ahora, aquí vienen los consejos.
Asegúrate de que el climax sea coherente con todo lo que has estado construyendo durante tu historia, no salgas con conflictos de último minuto que nada tienen que ver con lo que ocurrió hasta el momento.
Por ejemplo, una revelación como que la mejor amiga de la protagonista confiese que mató a su madre puede ser sorpresiva. Pero si nuestro personaje ha estado aprendiendo magia para derrotar a un monstruo gigante, este giro de tuerca no viene al caso para un climax. Es un buen gancho para la parte media de tu historia, pero no es un climax.
Ser coherente aquí también significa no recurrir a un deus ex machina. Para los que no conozcan el término se refiere a cuando, por ejemplo, la protagonista está luchando contra el villano y de pronto aparece un personaje mucho más poderoso a salvarla. ¿Para qué la vimos entrenar tanto si ella no iba a ser quien lo derrote?
El climax es el conflicto que has construido durante toda tu historia, no puede resolverse en un abrir y cerrar de ojos. En algunos libros dura como por cinco capítulos, estoy bastante segura de que leí uno que duraba diez. Es necesario que nuestro lector sienta el esfuerzo de la protagonista, el sudor en su espalda y las lágrimas derramadas. Es la parte que más impacto emocional debe tener en nuestro público.
Aquí es donde debes traer todas tus armas para elevar la tensión al máximo y, en lo posible, extenderla tanto como puedas. Obviamente no necesita durar diez capítulos sí o sí, pero no debería acabarse en una sola escena, aunque por supuesto esto depende del nivel de tu historia. Si solo se tienes dos personajes importantes, seguro se resolverá más pronto, pero si tienes un gran elenco tendrás que darles su espacio a todos.
Mi último consejo es recordar que el climax no es el final. Algunos autores nuevos, de esos que piensan que romper las reglas es más interesante, a veces tienen una secuela o algo similar y deciden que acabar en el climax es una buena forma de dejar a los lectores con ganas de más.
No están equivocados, solo que tampoco es lo que creen. Nuestro público no querrá más por haber quedado emocionado, al contrario, querrán más porque terminar en esto solo deja un enorme vacío que se llena rápidamente de frustración, sentirán que se leyeron todo un libro para nada. Por favor, no se salteen el tercer acto. Y hablando de...
Acto 3:
Acción descendente:
¡Muy bien! Llegamos hasta aquí, la batalla terminó, la pareja arregló sus diferencias, ¿y ahora qué?
Pues esa es la pregunta que respondes en esta parte. Aquí haces el recuento de los cuerpos, los funerales necesarios, muestras a tus personajes en su nueva posición, ya sea buena, mala o agridulce. Imagina que en el climax explotó una bomba y en esta parte estamos viendo cuántas casas se quemaron.
No es muy complicado, creo, comprender lo que sucede aquí, pero hay un par de consejos sin lugar a dudas. Aunque ahora que lo pienso ambos pueden resumirse con la misma frase “¡ya cállate!”.
Eso sonó agresivo, me disculpo, pero era necesario. Hay dos cosas de la que pecan muchos escritores novatos en esta parte: ser melodramáticos y hablar demasiado.
El melodrama es algo que quieres evitar en toda tu historia, pero hay una tendencia a querer sucumbir a él durante la acción descendente. Entendemos que el recuento de cuerpos es fuerte y deprimente, créeme, lo sabemos. No necesitas extenderte sobre el estrés postraumático de tus personajes y esto viene de la mano con el segundo consejo.
Hablar demasiado a veces se refiere a divagar de más sobre cómo se siente el/la protagonista luego del climax, cuánto le afectó la muerte de sus compañeros, o sobre la vida feliz de la pareja que hemos estado siguiendo. El problema es que nada de esto es tan interesante. Todo lo que engancha de tu historia (el conflicto) ya pasó, esta parte es solo para mencionar cuáles fueron los resultados. No te pases.
Por otro lado, hay autores que también tienden a querer explicar de más. A veces el climax es casi poético, como alguna justicia divina o una metáfora de la vida y los lectores estábamos tan emocionados de ver cómo se resolvió todo; hasta que el autor/a tiene que venir a decirnos “momento, no captaron la metáfora. Miren, es así...”
¡Sí la captamos! No necesitamos de tu ayuda.
Pongamos un ejemplo. Digamos que toda tu historia es sobre una chica queriendo escapar de su relación abusiva con su novio. Al final de la acción ascendente desarrolla un plan de escape, el climax es sobre ella poniéndolo en marcha y nosotros cruzando los dedos para que lo logre, y entonces, ¡lo consigue!
Los lectores por sí mismos van a decir “oh, sí. Lo hizo. Ahora es libre de perseguir sus sueños y tener una nueva vida, una vida sana”. No hay necesidad de que tú pongas esas exactas palabras en la acción descendente, ya lo sabíamos. Lo que deberías hacer es describir su alivio, la alegría de recuperar su libertad, tal vez mostrarla un par de años más tarde con una pareja que sí la aprecia. Es satisfactorio, emocional, conclusivo y se entiende perfectamente.
Ahora, dependiendo de tu historia y, nuevamente, de tu elenco de personajes es que vas a determinar cuánto dura esta parte de la trama. Como dije, si solo tienes uno o dos personajes, puedes hacer esto en un capítulo, si tienes más puedes extenderte un poco, pero no demasiado (dos o tres es suficiente).
Cuando tienes muchos personajes y, por ende, arcos argumentales, debes asegurarte de cerrarlos todos. No dejes abiertas preguntas planteadas durante la historia, a menos que ya tengas en mente responderlas en una secuela. Aunque una pequeña advertencia si vienen más libros: aun así debes resolver el conflicto principal.
No olvidemos que incluso dentro de una saga, cada libro tiene su introducción, desarrollo y conclusión. Por más que toda la historia apunte a un gran conflicto final, cada número debe tener uno que pertenece solo a ese libro y se resuelve dentro del mismo. Si lo que quieres es un gancho para que tus lectores vayan al siguiente, lo mejor es introducir el próximo conflicto, no dejarlos con las ganas de que se resuelva el primero.
Digamos que la historia que di de ejemplo, la de la relación abusiva, tendrá una secuela. Terminar eso en un punto donde la chica ni siquiera llevó a cabo su plan o está en el medio del mismo solo sería frustrante, no emocionante. En cambio, digamos que resuelves el climax como yo mencioné y luego terminas revelando que su novio abusivo había ido a la cárcel, pero de pronto logró escaparse. Eso genera tensión y un nuevo interrogante a resolver luego.
Final:
¡Perfecto! Entonces, la acción descendente se refiere a todas las consecuencias y los resultados del climax. Por otro lado, el final es, pues... el final.
Esta es la última escena de tu historia, el último párrafo, la última oración. Es la conclusión de todo lo que has construido durante tantas páginas del libro y, lo más importante, es la última impresión que les dejas a tus lectores.
Aquí vuelve el consejo de no explicar las cosas de más, no hagas explícito lo que hasta ahora estaba implícito.
A ver, usualmente cuando uno empieza una historia, lo hace con un interrogante en mente que se va a responder al final, o pensando en algún mensaje que quiere dejarle a su público. El final es donde quieres mantener esa idea fija y analizar bien si realmente lo has conseguido, tanto durante el desarrollo como en la resolución.
Digamos que, en el ejemplo que les di, durante toda la historia su idea es mostrar que una relación abusiva es, obviamente, mala. Pero de pronto al final deciden que el novio se redima, se disculpe por sus errores y se convierta en una buena persona. Además de que es el PEOR mensaje que pueden darle a alguien, están deconstruyendo todo lo que han construido.
Si el novio se redime en base a ir a terapia y dejar que la chica se vaya, pues con tal de que ella esté a cien metros de él para el final, eso puede ser aceptable. Pero que solo diga que va a mejorar y pretender que el lector le crea es una pésima idea. Básicamente están diciendo “si tu pareja te pega, solo quédate un tiempo más, ya va a cambiar”.
Primero que todo, no. Y segundo, NO.
Por esta razón, cuando llegues al final no olvides recordar cuál era el propósito de tu historia, qué mensaje quieres dejar. Lo otro que es importante es regresar al comienzo. Asegurarte de que, al final, se muestre una gran diferencia en dónde el/la protagonista empezó y cuánto ha cambiado (ya sea para bien o para mal).
Por último, por favor ten en mente que los lectores usualmente recuerdan más el final que el comienzo. No lo arruines. Créeme, de lo que más hablarán a la hora de recomendar o no tu libro, será del final. Asegúrate de que se vayan con una buena sensación.
Ah, y un consejo extra, no olviden de etiquetar bien su libro. Si quieren escribir romance, necesita tener un final feliz. Si no quieren escribir un final feliz, recuerden etiquetarlo apropiadamente. Romeo y Julieta no es un romance, es una tragedia. Bajo la Misma Estrella tampoco es un romance, es un drama. Luego existen los géneros que no dependen del final, sino de la trama. Ustedes hagan sus investigaciones.
Comments