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Foto del escritorLuna G.

El Cumpleaños de Viper.

—¡Oh! No sabes qué día es mañana —exclamó Viper, emocionada.

Matt miró el reloj de madera, colgado en la pared detrás de ella, antes de responder.

—Pues aún son las diez, así que hoy es jueves y mañana viernes.

Su comentario la hizo reír, aunque él no entendió del todo por qué. Estaban en una habitación de hotel bastante acogedora, con muebles rústicos y un papel en tonos de verde y dorado cubriendo las paredes. Se había vuelto tan común para él encontrarse esporádicamente con la portadora que cada vez le prestaba menos atención a los edificios en los que irrumpían y, en ese momento, no tenía idea de dónde se encontraban exactamente.

Luego de sus actividades usuales, ambos se encontraban acostados y cubiertos únicamente por las mantas de la cama. Si fuera por Viper, Matt no dudaba que aún estarían destapados, pero era invierno, e incluso con el calor de la habitación, hacía bastante frío.

—Eres tan adorable —dijo ella antes de darle un sonoro beso—. No me refería a eso. Es el 6 de marzo, es decir, ¡mi cumpleaños! ¿Quieres oír lo que tengo planeado o quizás ver un adelanto?

Sus finos dedos escalaron por los hombros de Matt mientras hacía su sugerencia, con esa voz más profunda que usaba a menudo para seducirlo, pero él aún no recuperaba del todo el aliento así que los enredó con los suyos para mantenerlos bajo control.

—No creo que la persona cumpliendo años deba ser quien lo organiza —respondió—. Además, tú ya hiciste bastante por mí en el mío.

Habían pasado un par de meses; aun así, Matt recordaba todo a la perfección. Viper había preparado una habitación lujosa con una comida que ordenó, un largo baño para relajarlo y una gran cantidad de alcohol que lo hizo tener que tomarse el día siguiente libre. La bebida quizás no fue la mejor idea, pero sí fue el mejor cumpleaños que tuvo.

Cuando pensó en esas cosas, una ola de inseguridad comenzó a invadirlo. Supo de inmediato que no sería fácil igualarla, mucho menos superarla.

—Solo por curiosidad, ¿hay algo que te gustaría? —preguntó intentando sonar casual.

Viper pretendió ponerse a pensar con una mano en la barbilla y una sonrisa pícara, aunque al final solo se aferró a su brazo de nuevo. Los de ella debían ser la mitad de los de él y Matt no dejaba de sorprenderse de lo pequeña que era, a pesar de su altura y personalidad.

—Por la noche puedo decirte todo lo que quiero —dijo ella plantándole un beso en el cuello—. Sin embargo, prefiero que mi regalo lo elijas tú. Tal vez creas que será difícil encontrar algo que me guste —agregó cuando él hizo ademán de quejarse—, pero te aseguro que amaré cualquier cosa que me des.

Eso no lo ayudó a sentirse mejor. Matt era horrible para elegir regalos, no sentía que la conociera lo suficiente como para pensar en algo material y su poca experiencia sexual tampoco lo ayudaría a sorprenderla en la cama. A menos que fuese algo afuera de la cama...

—¿En qué estás pensando? —inquirió Viper, volviendo a arrastrar sus dedos sobre su pecho.

—¡En nada! Nada... 

Matt se sobresaltó solo de imaginarse a sí mismo sugiriendo esas cosas. Siempre dejaba que fuese ella la que daba nuevas ideas, mas debía aceptar que era su turno de idear algo interesante.

—¡Estoy tan emocionada! —exclamó Viper abalanzándose sobre él para besarlo de nuevo, esta vez buscando su lengua.

—¡Hmm! —Matt tuvo que luchar para poder hablar— Tal vez no deberías tener tus expectativas muy altas.

—No es eso. Solo sé cuánto me encantará recibir algo de ti.

Ella se recostó sobre su pecho y Matt se quedó pensando en que era cierto, él nunca le había regalado nada. Viper tampoco le dio algo ostentoso, además de en su cumpleaños, aunque sí un par de cosas bastante consideradas. Unos días antes le había regalado una bufanda para el frío, en otra ocasión le consiguió un paraguas cuando él se olvidó de llevar uno. Una vez hasta se ofreció a afeitarlo, ya que Matt tendía a dejarse estar por un tiempo. 

Al pensar en eso, suspiró acariciando el largo cabello oscuro de ella. Reconocía que necesitaba devolverle algo de todo lo que hacía por él, así que besó su coronilla y la envolvió con sus brazos.

—Encontraré algo bueno —le prometió, a lo que Viper alzó la cabeza para sonreírle.


Viper llegó al castillo con una sonrisa imborrable en su rostro y caminando con los brazos extendidos como si se encontrara en el aire. Por lo usual, el lugar en donde vivían le resultaba tan lúgubre que apagaba su humor al instante, mas esta vez sentía que nada podía arruinar su felicidad. Descendió las escaleras alfombradas hasta alcanzar el gran comedor, el cual se encontraba vacío, con la excepción de una persona.

—Te preguntaría si estás drogada, pero eso es imposible para nosotros, lo que solo me preocupa más —comentó Damon mientras pasaba a su lado con un libro en la mano.

—Puedes intentar hacerme sentir mal todo lo que quieras; hoy no te lo permitiré —respondió ella, acercando su rostro al mismo tiempo que él alejaba el suyo cada vez más—. No tienes planes para hoy, ¿cierto?

—Hoy es el día más ocupado de todos los días de mi vida. Literalmente no tengo un solo segundo libre.

Damon intentó huir de inmediato, pero ella lo sujetó del brazo para detenerlo. Mientras ellos conversaban, Anne apareció por uno de los pasillos y Phillip entró desde otra habitación. Ambos se acercaron a ellos, seguramente pensando que quizás los dos estaban discutiendo como solían hacer.

—¿Qué sucede? —preguntó Anne, preocupada.

—Viper tiene planeado arruinarnos el día —contestó Damon, lo que hizo a la víbora rodar los ojos.

—Tengo grandes noticias para todos que casi olvido de compartir...

—Si son tan grandes, ¿cómo es que casi las olvidaste? —cuestionó Phillip.

Los otros portadores le dieron la razón y Viper cruzó los brazos, ofendida.

—Deberían empezar a portarse mejor, no solo por respeto a su líder, quien los salvó de las garras de los nigromantes —resaltó con mirada amenazante—, sino también porque hoy ¡es mi cumpleaños!

Alzó las manos esperando una reacción, mas la única en emocionarse fue Anne. La loba se sorprendió y la felicitó con un abrazo; Damon intentó huir de nuevo y Phillip comentó que no comprendía las celebraciones de cumpleaños. Eso consiguió que Viper se hartara del todo.

—Muy bien, ya es suficiente. Es mi cumpleaños y lo celebraremos como yo decida —demandó sujetando al demonio del brazo para detenerlo—. Phil, ¿terminaste lo que te pedí?

—Oh, ¿esta era la fiesta de la que me hablaste? —inquirió el ciborg—. Sí, lo terminé hace tiempo. No es muy difícil armar un equipo de karaoke.

—¡¿Karaoke?! —exclamaron Damon y Anne con muy distintas reacciones.

La loba saltaba de la emoción, pero la víbora tuvo que reforzar su agarre en el brazo del demonio y afilar sus pupilas.

—Si intentas huir una vez más, te tocará ponerte mi ropa y cantar I Want to Break Free arriba de una mesa.

Su amenaza fue más que suficiente para que Damon renunciara a sus intentos de escapar. Al fin satisfecha, Viper devolvió sus ojos a la normalidad y sonrió; era tiempo de empezar la celebración.


—Matt, despierta ya.

Felix seguía sacudiendo a su compañero dormido sin resultado alguno, más que un quejido y un patético intento de alejarlo sin mucha energía. Ya cansado, dejó eso de lado para sacar su celular y poner el sonido de una alarma a todo volumen.

—¡¿Qué mierda...?! —exclamó Matt sobresaltado. En cuanto vio a su amigo riendo, lo golpeó en el brazo—. Apaga eso, idiota. ¿Qué es lo que te pasa?

—¿A mí? —cuestionó Felix—. Tú eres el que no puede levantarse. Te tendría pena si estuvieras cansado por una larga noche de vigilancia, pero ambos sabemos que no fue así.

—Púdrete.

La forma en que lo maldijo solo consiguió sacarle otra carcajada al rubio.

—Ya, tienes que levantarte y vestirte. Grey nos llamó; está esperando —explicó alzando la voz hacia el final y dándole nalgadas sobre las mantas.

Matt volvió a gruñir a modo de queja mientras Felix abandonaba la habitación. Reconocía que, por mucho que disfrutara de sus escapes con Viper, las mañanas siguientes eran siempre la peor parte.

Sin embargo, cuando tomó su celular y se fijó en la hora, supo que esa vez no era del todo su culpa sentirse tan agotado.


—¿Cuál es la emergencia que surgió a las 7 de la mañana? —inquirió Matt intentando ocultar su mal humor mientras entraba en la oficina del director.

—Lo lamento, ¿tenía algo más importante qué hacer? —respondió Grey con sarcasmo.

Felix rio por lo bajo y Matt desvió la mirada. Sabía que ambos agentes estaban al tanto del motivo de sus escapes, por lo que no podía quejarse. El director se encontraba en su silla, como siempre, y ellos se quedaron de pie frente a su escritorio negro. El sol estaba lejos de asomarse, ya que en esas épocas era inusual verlo hasta cerca del mediodía.

—Nuestros reclutas más talentosos están listos para sus últimas pruebas y quiero que ambos ayuden con las preparaciones, además de evaluarlos —ordenó Grey.

Su anuncio los sorprendió a los dos y se miraron entre ellos, confundidos.

—Creí que las pruebas no eran hasta la próxima semana —comentó Felix.

—Este año se encontraban bastante ansiosos —respondió el director—. Me pidieron que las adelantara y yo les dije que ustedes estaban disponibles, así que vayan a trabajar.

Matt seguía desconcertado ante la orden. Los reclutas venían de las fuerzas militares inglesas. Era una oferta que se le hacía a los mejores, aunque pocos aceptaban o creían en el hecho de que existiesen nigromantes y portadores. Las pruebas para promoverlos a agentes oficiales se realizaban una vez por año; usualmente los soldados tardaban dos años o más en pasarlas.

Por algún motivo u otro ese evento podía atrasarse, pero jamás se había adelantado. Como los agentes de más alto rango, él y Felix solían ser los evaluadores; nunca habían ayudado con los preparativos. 

Matt quería quejarse, mas sabía que, con todas las ocasiones en las que eludía su trabajo por encontrarse con Viper, no podía negarse a ninguna orden del director. Lo único que le quedaba por hacer era rogar que no se extendiera demasiado.


—Abandoné mi casa cuando tenía doce, viví en tres orfanatos distintos por nueve años y en una guarida de nigromantes por cinco —comentó Damon—, ¿y me quieren decir que todo eso fue para terminar aquí?

—Deja de ser una niña y ve pensando en qué canción vas a elegir —respondió Viper sin darle importancia a sus quejidos, que ya llevaban más media hora siendo los mismos.

Encontraron y limpiaron una habitación, no muy lejos de la sala de máquinas en donde trabajaba Phillip. Gracias a eso pudieron mover su transformador de energía para conectar las luces de colores, además del sistema de karaoke. Anne se encargó de traer todos los artículos de cotillón de la habitación de Viper y la víbora asumió la difícil tarea de conseguir que Layla se les uniera. La vidente no estaba mucho más emocionada que su hermano, pero por alguna razón asistió al festejo sin mayores quejas.

—¿Cuándo conseguiste todas estas cosas? —preguntó Damon, a lo que su líder resopló.

—Si salieses de tu habitación de vez en cuando, me habrías visto. Incluso llevé a Anne conmigo.

—Al comienzo no me sentía bien con robar —dijo la pelirroja—, pero al final fue divertido y hasta me conseguí esto —añadió señalando su vestido amarillo que se ataba justo debajo del pecho con un hilo negro, tenía un escote cuadrado y mangas cortas.

Viper también decidió usar la oportunidad para presumir su vestido negro cubierto de lentejuelas y sus tacones rojos. Damon no le prestaba tanta atención a su ropa como para saber que era nueva, aunque al oírlas hablar de ella, su mirada recayó en Layla. Llevaba un vestido azul con volados en las mangas y que, a diferencia del resto de sus atuendos, no bajaba de las rodillas.

—¿Ese vestido también es nuevo? —inquirió el demonio.

—Me lo trajeron a pesar de que me negué, bien podía usarlo y ya —respondió su hermana alzando los hombros.

—Muy bien, hora de empezar —declaró Viper con dramatismo, enredando una boa de plumas rojas por su cuello.

Habló con voz profunda, intentando sonar seductora, hasta que 7 Rings de Ariana Grande comenzó a sonar. Damon apretó los ojos y echó la cabeza hacia atrás, repasando todos los males por los que había pasado en su cabeza solo para concluir en que ninguno se comparaba con ese calvario.


—¿Ya está todo listo? —inquirió Matt caminando hacia Kiran, el agente a cargo de armar la pista de obstáculos para los reclutas. El campo que utilizaban quedaba fuera de la ciudad, gracias a eso era los suficientemente amplio.

—Aún nos falta terminar de armar las estructuras para las zonas cinco y seis —señaló el hombre de cabello negro, con el acento indio que conservaba de su país de origen.

Matt resopló ante la imagen. En verdad les quedaba mucho terreno por cubrir.

—Dime en qué puedo ayudar.

—Pues lo mejor sería echarles una mano a los que están construyendo los arcos de troncos —respondió Kiran—, pero no espere que esté todo listo hoy. El director nos tomó por sorpresa, usualmente esto lleva un par de días. Hoy tendremos que acelerar el proceso, aunque incluso con la ayuda extra no será fácil.

—Está bien. No te preocupes, iré a ayudar por allá.

Se despidió del agente, todavía renegando en su cabeza. Las pruebas solían tardar unas cuatro o cinco horas por día. La totalidad de los exámenes duraban una semana, ya que no se trataban únicamente de aptitud física sino también de estrategia, la habilidad para reaccionar bajo presión y el trabajo en equipo. Por eso los preparativos llevaban tanto tiempo.

Matt ya tenía claro que no conseguiría escaparse hasta la cena, además de que tampoco podría ausentarse por mucho tiempo debido a que necesitaba levantarse temprano a la mañana siguiente. Sin embargo, lo que le preocupaba era encontrar un espacio para salir a buscar un regalo. Ni siquiera eso, para idear un regalo. No había tenido la oportunidad ni de pensar en qué buscar.

Se imaginó a Viper esperando con ansias por su obsequio, creándose expectativas que él no estaría ni cerca de cumplir, y volvió a resoplar, estresado. Supo que le esperaba un día muy largo por delante.


¡You make me feel like I’m living a teenage dream! —cantaba Anne con toda emoción y Viper haciendo de coro para ella.

Damon solo podía pensar que al menos era mejor que oír a la víbora intentando rapear canciones de Iggy Azalea, lo que le dejó en claro que debía perder toda esperanza de que sus compañeras le tuvieran algún tipo de compasión. En su lugar, parecía que en verdad pretendían torturarlo el resto del día.

Su atención se dirigió a su hermana en ese momento, quien se veía distraída. No mostraba ningún interés en la celebración, aunque tampoco parecía molesta por todo el alboroto desafinado que ocurría allí. Por esa razón, decidió acercarse a ella.

—¿Por qué estás aquí, Layla? —le preguntó acercándose—. No te veo interesada en la fiesta y me resultaría extraño que lo estuvieras.

—Tal vez porque no es la razón de que esté aquí —contestó ella.

Antes de que él pudiese agregar algo, la música se pausó por un instante en el que las otras portadoras decidieron abrir una ventana para que entrara aire fresco. Se notaban acaloradas, pese a que ninguna estaba sudando.

—Creo que ya es hora de traer las bebidas —estableció Viper. Se dirigió a una de las bolsas que Anne había traído y comenzó a sacar varias botellas—. Elijan lo que quieran. Trajimos varios tipos de vino, champagne...

—Yo estoy bien con algo de jugo —comentó Anne.

La víbora asintió y comenzó a señalarlos con el dedo uno por uno. Phillip accedió a una copa de champagne, mientras que Damon se decantó por algo de vino.

—Yo me quedaré con mi elegante vino blanco —dijo Viper —. ¿Y Crystal?

—Ella no... —comenzó el demonio, antes de que su hermana lo interrumpiera.

—Tomaré lo mismo que tú, serpiente.

Él arrugó las cejas mirándola con sorpresa. Antes de obtener una sombra, ella aún era una menor, pero con los años que pasaron ya no podía detenerla de beber. No obstante, su disposición a tomar alcohol le hizo preguntarse si ya lo había hecho antes, y si era esa la razón de que estuviese allí.

Viper les sirvió a todos antes de llamarlos a que se reúnan.

—Salud por mí —habló haciendo que el grupo entero alzara sus copas—, y por nosotros que, a pesar de todo, estamos aquí haciendo lo que se nos antoja.

—Yo no diría... —Damon intentó quejarse, hasta que recibió un golpe del pie de la víbora y eligió guardar silencio.

Todos brindaron para poder tomar un par de tragos. Viper fue la única en acabarse su copa, antes de servirse otra.

—Muy bien. Creo que Anne y yo hicimos suficiente por hoy —declaró, lo cual le dio esperanzas al demonio por solo un segundo—. Ahora le toca a los demás. ¿Phil?

El ciborg alzó las cejas al oír su nombre.

—No sé cantar —respondió.

—Nadie canta bien en un karaoke. Eso no sería divertido.

Viper hablaba con toda confianza, pero Damon no comprendía qué le hacía pensar que Phillip accedería a eso. Él era demasiado callado y reservado para imaginárselo dando tal espectáculo. Incluso viviendo juntos, era muy poco lo que veían u oían de él.

—Muy bien, ¿qué canción debería elegir?

La respuesta casual del ciborg los dejó a todos con los ojos abiertos. Incluso la víbora comenzó a tartamudear.

—N-no lo sé. No creí que llegaría tan lejos —comentó ella sin poder salir de su sorpresa—. ¿Qué tal algo más relajado?

—De acuerdo.

Phillip se encogió de hombros levantándose de su asiento para agarrar el micrófono que la víbora le ofrecía. Viper, al igual que Anne, se sentó con la boca abierta junto a los hermanos, observando al ciborg elegir una canción.

—¿Esto en verdad va a suceder? —le preguntó al demonio.

—No sé. Tú lo causaste, tú dímelo —dijo él, igual de desconcertado.

—Pues, lo único que diré es que, si esto pasa, tú no tendrás escapatoria.

Damon la miró colérico. Estuvo a punto de protestar cuando la voz de Phillip los interrumpió a ambos. Comenzó a cantar una versión acústica de Misunderstood  de Bon Jovi y los dejó a todos atónitos. Contrario a lo que había dicho, su voz era profunda y melodiosa, hasta conmovedora; tanto así que ninguno se atrevió a decir una palabra durante su número.


Matt bajó la estructura de madera que él y sus compañeros sostenían, gruñendo por el peso de la misma. La noche ya había caído, el viento se volvió aún más frío, aunque el calor de sus actividades los hacía agradecerlo, y todos ellos se sacudieron las manos que llevaban horas llenas de tierra.

—Supongo que esto es suficiente por hoy, ¿cierto? —preguntó él, al borde de volver a desesperarse.

Había conseguido distraerse del asunto de Viper con todos sus deberes, pero cada vez que parecía que ya hicieron un montón y podían darse al menos un descanso, algo nuevo surgía. Matt casi creía que le estaban haciendo una broma pesada al decirle que había tantas cosas por hacer.

—Creo que está bien —respondió Kiran—. Es decir, aún nos queda acomodar las estructuras en su lugar y traer las luces, pero podemos hacerlo en poco tiempo... mañana.

Su oración se vio interrumpida cuando notó que, mientras él señalaba las cosas que restaban, el agente Black ya estaba muy lejos como para oírlo. Todos notaron la prisa que había tenido durante el día, pero Matt no tenía más energía para fingir que le sobraba el tiempo.

Corrió hacia su auto y se lanzó sobre el asiento del acompañante para tomar su computadora portátil de la guantera. Aún necesitaba decidir qué regalo le daría a la portadora, mas era demasiado tarde para pensárselo por sí mismo. 

Comenzó a buscar ayuda en el internet. Encontró consejos que iban desde joyas o viajes hasta lencería, lo cual él no comprendía cómo sería un regalo para una mujer si lo usaban mayormente para los hombres. Además, por lo que vio, ella tenía más que suficiente.

En el medio de su búsqueda, la puerta del conductor se abrió; él no necesitó prestarle atención a la persona que entró para saber quién era.

—Oye, así que aquí estabas —comentó Felix—. Te estaba buscando para marcharnos.

—Estoy ocupado —respondió Matt.

Por estar tan concentrado en la pantalla, no se dio cuenta de que su amigo estaba curioseando hasta que fue demasiado tarde, y su intento de ocultar su búsqueda no le sirvió de nada.

—¿Regalos para mujeres? —se rio Felix—. ¿En serio necesitabas buscar eso en internet?

—Lamento no tener muchas ideas —se quejó Matt, ignorando sus burlas y regresando a su tarea.

—De poco te serviría la creatividad de todas formas. Sabes que a esta hora ya casi todo está cerrado, ¿cierto?

El comentario le cayó como un balde de agua fría. Se llevó las manos a la cara y luego al pelo, sin poder creer que había pasado por alto un detalle tan importante. Apretó los ojos, intentando dar con una solución, pero no tardó en ver que no le quedaban opciones.

—Maneja ya, necesito que lleguemos al centro —demandó.

—Oye, oye. —Felix intentó conseguir su atención mientras Matt se quejaba, y tuvo que sujetarlo de los hombros para conseguirlo— Escúchame bien, creo que hay otras cosas de las que deberías ocuparte antes de ir a encontrarte con ella, si es una ocasión tan importante.

—Ahora no tengo tiempo, Felix —protestó él—. Necesito ir a comprar algo antes de que todo cierre.

—Lo sé, aunque espero que no pretendas ir a verla apenas lo consigas.

Matt arrugó las cejas— ¿A qué te refieres?

—A que tal vez podrías tomar un baño antes y ponerte algo de colonia, que hueles como un castor —exigió el rubio señalando su ropa cubierta de polvo y aserrín—. Ya que estás en eso, podrías afeitarte también. Llevas días eludiéndolo. ¿Y cuándo fue la última vez que te cortaste el cabello?

Inconscientemente, Matt se llevó una mano a la cabeza para sentir lo larga que ya se encontraba su melena. Cayó en la cuenta de que no podía recordar su último corte, también sintió lo áspero que se encontraba su rostro por la barba que había empezado a crecerle, y no necesitó prestar más atención para descubrir que sin duda Felix debía tener razón sobre su aroma.

—Agh, bien. Haré todo eso cuando regrese —declaró, molesto.

El rubio finalmente accedió a arrancar el auto. A la velocidad usual con la que manejaba, llegaron a su destino en unos veinte minutos y Felix arqueó las cejas mientras lo miraba bajarse del vehículo, refunfuñando como un gigante gruñón.

—¿Qué vas a comprar? —cuestionó.

—¡No lo sé!

Su voz llamó la atención de varios peatones cerca, pero Matt ya no tenía ni el tiempo ni la paciencia para preocuparse por ello. Cerró el cierre de su abrigo y comenzó su caminata. Era la primera vez que se alegraba tanto de que la central de los lobos se encontrara en medio del centro de la ciudad. Solo necesitó cruzar la calle para encontrarse con varias tiendas, aunque la mayoría tenían las luces ya apagadas y el cartel de “Cerrado” en sus puertas.

Caminó por varias cuadras, buscando por todos lados algo que estuviese abierto y viendo todas las opciones que habrían estado a su disposición si solo hubiese salido unos minutos antes. Hasta que al fin encontró una respuesta a sus plegarias.

Una tienda de artesanías y objetos antiguos se encontraba abierta. No era ni por cerca tan elegante como una joyería, pero exhibía algunos objetos en su escaparate que podrían ser un regalo decente.

Matt abrió la puerta, que hizo sonar una campana, y buscó a un empleado con la mirada. Le parecía extraño que nadie lo hubiese recibido apenas entrar. No obstante, el papel de las paredes se caía a pedazos, al igual que la mayoría de los muebles grandes. Era evidente que no debían ganar el dinero suficiente para contratar muchos empleados.

—¡Un segundo! —exclamó alguien desde otra habitación.

Justo después de su anuncio, el ruido de cosas cayéndose al suelo y algunas maldiciones llegaron desde el mismo lugar. Matt se planteó si debía quedarse allí, mas estaba seguro de que no encontraría otra cosa.

Finalmente, un hombre delgaducho, calvo y de barba gris emergió por el umbral. Vestía un sweater amarillo y deshilachado, con viejos zapatos marrones y anteojos, por no mencionar que necesitaba casi hacer malabares para no tropezar con todos los objetos de su tienda.

—Lamento la tardanza —habló el vendedor pasándole la mano para estrecharla—. No suele venir gente a esta hora.

—No se preocupe. Estoy buscando algo que pueda servir de regalo para una mujer —pidió Matt, cada vez más inseguro de poder encontrar lo que necesitaba mirando alrededor.

—Ah. —El hombre asintió con la cabeza— Conozco esa mirada de desesperación. ¿Se te olvidó el cumpleaños de tu madre?

Él frunció el ceño— No. Es para mi...

Comenzó a rascarse la nuca, nervioso, sin saber bien qué decirle al vendedor. Nunca había tenido que definir su relación con Viper y cualquier título le resultaba incómodo.

—¿Una mujer más joven? —inquirió el hombre, a lo que Matt solo respondió asintiendo—. Bueno, eso es un poco más complicado. Aquí tenemos objetos abandonados que mis conocidos y otras personas donan. Algunas las armé yo con mi hijo, pero no hay mucho que sea muy femenino o juvenil.

—Lo sé. Habría ido a otro lugar si solo hubiese tenido tiempo —se quejó él sacudiendo la cabeza y desarreglando aún más su cabello.

—El tiempo es algo muy valioso —comentó el vendedor, quien de repente tenía una sonrisa de pura amabilidad, tal vez incluso nostalgia—, y se agota tan rápido, en especial aquel que pasamos con nuestros seres queridos. Podemos pasar años con ellos y aun así sentir que fueron solo unos segundos.

Por su expresión, era claro que estaba hablando de su propia experiencia. Matt recordó oírlo hablar sobre su hijo, aunque no de su esposa. 

No quiso inmiscuirse en sus asuntos, pero sus palabras lograron tocar algo en él. Siempre pensaba que, desde que él y Viper comenzaron a encontrarse, su tiempo como agente parecía eterno mientras que las horas con ella se iban en un instante. No hubo una sola vez en la que no desease poder estar con ella más tiempo y, sin embargo, nunca tuvo el coraje para decirlo. 

Últimamente notaba mucho esas diferencias entre ellos. Viper no dudaba en expresar cómo se sentía con él, y tal vez era su propia falta de confianza lo que hacía que él no se tomara sus comentarios tan en serio, pero luego de casi un año de verse, necesitaba hacerle saber lo que su tiempo juntos significaba. 

Fue en ese momento exacto que identificó algo que podría ayudarlo.

—¿Puedo ver eso? —le pidió al vendedor señalando una vitrina debajo de la caja registradora. Estaba llena de objetos pequeños, cajas decoradas, pendientes y brazaletes, aunque fue algo más inusual lo que captó su atención.

—Oh, eso. Por supuesto —afirmó el hombre apresurándose hacia allí—. No es una mala idea considerando lo que acabo de decirle. Es bastante lindo, aunque nadie quería llevárselo debido a que no funciona.

—Yo lo quiero.

Habló dejando ir su falta de confianza. Pese a todas las dudas que lo atormentaron durante el día, ver ese objeto mientras pensaba en su relación con la portadora le hizo sentir como si hubiese sido el destino, y que no podría haber encontrado un mejor regalo para confesarle lo que tenía guardado.


I stumbled like my words, did the best I could. Damn misunderstood. Intentions good.La voz de Phillip se apagó y el silencio reinó. Cuando él se volteó hacia los demás, sus miradas lo confundieron— Lo siento, les dije que no sabía cantar.

—¿Me estás jodiendo? —exclamó Viper arqueando una ceja. En ese momento, la alarma de su celular sonó y ella se alarmó—. ¡Oh, no! Se supone que debo empezar a arreglarme. Damon, tienes diez segundos para elegir una canción.

—Ya me obligaste a pasar por el infierno de escucharte a ti —reclamó él—. ¿Por qué tengo que...?

—Nueve —interrumpió la víbora.

El demonio echó la cabeza hacia atrás y soltó un sonoro gruñido antes de levantarse a ocupar el lugar de Phillip. Mientras él hacía eso, Viper desvió su mirada a un lado y notó una extraña sonrisa torcida en los labios de Crystal. Estuvo a punto de hablarle, pero cuando vio lo que Damon iba elegir, necesitó intervenir.

—¡Nada de baladas! —le dijo, recibiendo una cara de queja—. Phil ya ocupó ese puesto.

—Canta algo de rock —pidió Anne, emocionada.

—Yo voto por un rap —refutó Viper.

Damon la miró incrédulo— Dime que no dijiste eso por las razones que creo. 

—¡Claro que no! Solo pensé que sería divertido.

—No soy un acto de comedia —protestó el demonio, a lo que la víbora bufó.

—Como si fuese posible. Igualmente, quiero ejercer mis derechos como cumpleañera y demandar un poco de carisma.

—No me importa que sea tu cumpleaños, no pienso avergonzarme a mí mismo porque a ti se te ocurre...

Los dos portadores comenzaron a discutir y criticarse, alzando sus voces hasta el punto que parecía como si fuesen a repetir su escena de pelea de cuando estaban en distintos bandos con los nigromantes. Tanto Phillip como Anne intentaron calmarlos de todas formas, mas ellos discutían muy a menudo como para que los demás se preocupasen.

—Ya tuve suficiente —bramó Damon—. Me largo de aquí.

Apenas dio un paso en dirección a la puerta, él y Viper ahogaron una exclamación al recordar lo que ella había hecho antes.

Fue un instante de quietud hasta que la víbora se llevó una mano a la boca, estupefacta al verlo cambiar su rumbo para tomar un par de sus objetos de cotillón y ponérselos. Phillip y Anne también se quedaron congelados ante la escena, aterrados de lo que haría Damon cuando se cumplieran las palabras de Viper.

—Tienes que detenerlo —le dijo el ciborg a su líder, pero ella dudó ante la idea.

—Sabes que él es el único con el poder de matarnos, ¿verdad? —agregó Anne con miedo—. Siento que, si hace esto, no querría que vivamos para contarlo.

—Bueno. —Viper ladeó la cabeza— Si morimos al menos será con este momento en nuestros recuerdos.

Damon se puso unos anteojos oscuros y un sombrero bañado en brillantina roja. En cuanto eligió una canción en la máquina, dio un giro dramático que sobresaltó a sus compañeros y los dejó callados por unos segundos, hasta que la música comenzó.

I want to break free.

El demonio inició su número y tanto Viper como Anne dieron un grito de terror mezclado con emoción. Damon no tenía la voz melódica de Phillip, aunque no la necesitaba. A pesar de su personalidad, estaba poniendo entusiasmo en su presentación y las dos mujeres no pudieron evitar sumarse a su buen ánimo.

—¡I’ve fallen in love!

La canción era corta, pero se volvió larga para todos. Viper y Anne estaban eufóricas de sumarse al número de Damon y lo disfrutaron incluso más que sus propias canciones. Lo mejor vino con la sección de música sin letra, en donde los tres se dedicaron a mostrar sus propios pasos de baile.

Cuando la música terminó, ellas rieron y aplaudieron llenas de felicidad.

—¡Eso fue genial! —exclamó la loba.

—¡Era exactamente de lo que hablaba! —agregó la víbora.

Por desgracia, su alegría empezó a disminuir cuando el demonio se les quedó viendo inmóvil. Sus ojos rojos brillaban incluso debajo de sus anteojos oscuros y ambas volvieron a temer por su integridad física.

—Escucha, esto no fue mi culpa —habló Viper—. Yo solo lo dije como una advertencia. Si no hubieses sido tan obstinado...

Su intento de salvarse se convirtió en un grito ahogado cuando Damon se quitó todo lo que se había puesto y lo arrojó al suelo con fuerza. No obstante, para sorpresa de todos, su siguiente acto fue marcharse sin decir nada.

Los portadores se quedaron congelados en sus lugares, sintiendo sus corazones latir en sus orejas. Tanto así que el siguiente ruido volvió a sobresaltarlos, y se giraron para ver a Crystal aplaudiendo.

—Bien, esto fue divertido. No esperen que se repita —comentó antes de marcharse también.

Los demás la observaron salir de la habitación completamente confundidos. No estaban seguros de qué haría el demonio a continuación, pero la víbora recordó que tenía otro asunto importante y decidió que lidiarían con él luego.


Matt se había tardado más de lo que planeó por seguir todas las demandas de Felix para arreglarse. Tomar un baño y afeitarse era una cosa, pero su compañero tenía tiempo libre y decidió usarlo para elegir su atuendo también.

Por discutir con Felix, no terminó siendo tan elegante como el rubio quería; no quitaba que Matt se sentía extraño. No tenía la costumbre de pensar demasiado en su vestuario. Ahora llevaba un sweater blanco debajo de un saco gris oscuro y pantalones del mismo color.

Pese a su tardanza, la portadora aún no había llegado para cuando él estuvo en el hotel. Elegir el lugar de encuentro fue lo primero que él hizo bien; propuso el Park Plaza en donde ellos tuvieron su primera “cita” en la época en que aún eran enemigos. Incluso recordaba bien el número de habitación, solo porque había sido un chiste de parte de Viper.

Matt estaba sentado en el borde de la cama matrimonial. Miraba la caja envuelta en un papel avejentado, de tonos marrones y aburridos, donde guardaba el regalo. Mientras lo hacía, no dejaba de agitar la pierna, nervioso. Le pareció una buena idea en su momento, pero ahora comenzaba a dudar de sí mismo otra vez y esperar en soledad no ayudaba.

Llegó a un punto en el que decidió esconder la caja donde Viper no la encontrara e inventar alguna excusa, cuando el ruido de la ventana lo interrumpió mientras se ponía de pie.

—¡Guau! —exclamó la portadora con una amplia sonrisa y ojos brillantes de emoción—. ¿Este es mi regalo? No puedo esperar a quitarle el envoltorio —coqueteó mirándolo de arriba abajo.

Por un instante, Matt creyó que se refería a la caja y no supo si sentirse aliviado o cohibido de que se estuviese refiriendo a su ropa.

—Oh, esto. Fue idea de Felix, yo no... 

—¿Por qué te afeitaste? —se quejó Viper haciendo puchero—. Me gustaba besarte con tu barba de pocos días.

—Bueno, yo creí que... estaba bastante larga.

—Mmm... te perdono solo por lo bien que hueles —susurró sobre su cuello—. En verdad no puedo esperar por mi regalo.

Él siguió batallando para esconder la caja sin que ella lo notara, mas la forma en que Viper no dejaba de acercarse lo hacía casi imposible, sin mencionar lo mucho que sus comentarios tan directos y provocativos siempre lo incitaban a tocarla. Por desgracia, esta vez se encontraba pasándose el regalo de una mano a otra sin saber bien qué hacer y maldiciendo a su saco por no tener bolsillos.

—Entonces —dijo ella—, ¿eres tú mi regalo o eso que tienes tras la espalda?

Matt se paralizó al oír eso. Intentó dar con algún pretexto, pero teniendo esos ojos dorados sobre él, fue inútil. Se rindió y solo le entregó la pequeña caja. 

Viper dejó escapar un pequeño jadeo de sorpresa antes de romper el papel; otro más cuando develó lo que había dentro. Era un pequeño reloj de oro rosado, colgando de una delgada cadena que servía como collar. Él sabía que no era lo más moderno o elegante que podría haber encontrado, mas creyó que el color, las pequeñas flores en la imagen y hasta los finos números en dorado al menos lo hacían bastante femenino.

No dejaba de pensar que pudo elegir algo más juvenil, sin embargo, ya se lo había dado y era tarde para echarse atrás, por lo que solo le quedaba explicar la razón de haberse decantado por ese obsequio.

—Al principio creí que era un reloj de bolsillo y no quise ser la que te dijera que mi ropa nunca tiene bolsillos —comentó Viper—, pero como collar es tan lindo. Sin duda es el tipo de regalo que atesoraré. Gracias.

Ella se veía feliz sin que él le explicara la razón de su presente, aun así, Matt no quiso guardárselo.

—Sé que esto sonará como si me lo acabara de inventar —dijo rascándose la nuca—, pero la verdad es que... por muchos años, el tiempo siempre pasó sin que yo le prestara atención. Las únicas veces en las que me fijaba en él eran cuando se acercaba el momento para un ritual de los nigromantes; fuera de eso, me daba igual que pasaran unas horas o un mes. —Ladeó la cabeza— Por otro lado, estos últimos meses sentí como si todo transcurriera muy rápido y nunca tuviese suficiente tiempo. Creo que hoy me di cuenta de que es porque... me gusta estar contigo, y solo quería darte esto para que supieras cuánto disfruto nuestro tiempo juntos.

Durante su discurso, no se atrevió a mirarla a los ojos, mas cuando guardó silencio y no obtuvo respuesta por unos segundos, decidió alzar la vista. Viper se encontraba inmóvil, con el reloj entre manos y la mirada perdida. Al principio se veía como si su mente estuviese en otro lugar, hasta que Matt notó sus ojos humedecerse.

—¿Estás bien? —preguntó, alarmado, y su voz pareció sacarla de su transe.

—¿Quién, yo? Estoy perfecta —respondió alzando los hombros, antes de darle la espalda y hablar acelerada—. Solo se me metió algo en el ojo, seguramente es la abstinencia. Llevo demasiado tiempo sin tomar alcohol y necesito un poco. Oh, el regalo es muy lindo. Hermoso, en verdad. Creo que buscaré un cofre lujoso para guardarlo, donde no pueda dañarse y tenga algún candado para que nadie lo toque...

—¿No quieres usarlo? —inquirió Matt, creyendo que quizás no le gustó.

Viper lo miró y volvió a congelarse por un momento, para luego seguir hablando más rápido de lo normal.

—Sí, por supuesto. Si quieres que lo use, claro que lo haré. Es solo que... —Tartamudeó un poco antes de dar un profundo respiro, después del cual al fin regreso a su manera usual de hablar— Lo siento, es que... no he recibido un obsequio tan considerado en años. Olvidé cómo se sentía.

Su voz se suavizó y él comprendió a qué se refería. No olvidaba la historia que ella misma le contó sobre la manera en que perdió su familia. Matt aún desconocía cuáles eran las palabras que debían decirse en esos momentos; en lugar de eso, se acercó a ella en silencio para ayudarla a ponerse el collar mirándola a los ojos.

—Lamento que no sea algo muy lindo o útil —comentó, pero Viper negó con la cabeza sujetando sus manos.

—Para nada. En verdad me encanta, como sabía que lo haría.

Solo necesitó estirarse un poco para alcanzarlo y poder besarlo, lentamente, como si intentara hacer que ese beso durara más que los otros. Sus encuentros siempre tenían límite de tiempo y parecía que lo único que hacían era esperar a que caducara, pero esta vez, a pesar de que la situación era la misma, se entrelazaron como si tuviesen todo el tiempo del mundo.

—¿Ahora puedo abrir mi otro regalo? —inquirió Viper mordiéndose el labio y sujetando los bordes del saco de Matt—. Estoy lista para decirte lo que quiero, hoy me siento creativa.

Él la observó bien, sus ojos resplandecientes de entusiasmo, sus mejillas enrojecidas y sus finos labios con la pintura roja ya corrida por su beso. A pesar de que ella aún estaba vestida, las manos de él conocían bien su cuerpo, y pensar en todas las cosas que habían hecho fue suficiente para llevarlo a querer más; sin mencionar que era una ocasión especial.

—Siendo honesto, yo también tengo algunas ideas esta noche. —Su comentario la emocionó notablemente más, aunque Matt aún no se sentía del todo seguro— Si tú quieres.

Viper primero le dio un beso húmedo, ronroneando como si ya estuviese tocándola, y luego se aseguró de mirarlo a los ojos mientras respondía.

—Soy toda tuya. Puedes hacer lo que quieras conmigo.

Eso fue más que suficiente para quitarle la timidez. Matt pronto la sujetó de la nuca para acercarla, esta vez besándola como si el tiempo se fuese a terminar en ese momento. Su mano encontró el cierre del vestido que ella llevaba, pero no quiso ir directo a eso. 

Esa noche, él decidió tomarse su tiempo. Por muy difícil que le era contenerse, en verdad quería hacer de ese encuentro un regalo para ella. No era solo por lo mucho que le atraía, sino porque pensaba que Viper lo merecía. Luego de todo por lo que había pasado, un cumpleaños dedicado a ella era lo mínimo que podía darle.


—Por favor, Damon. No puedes quedarte allí el resto de tu vida. Ya te dije que lo siento —reclamó Viper, golpeando la puerta de la habitación del demonio sin obtener respuesta.

Llevaban una semana intentando sacarlo de su cuarto, que era literalmente un calabozo, pero ni siquiera podían conseguir que él les dirigiera una palabra y nadie tenía el valor para entrar. No obstante, luego de tantos días, resolvieron agruparse para un último intento; sin lograr obtener ayuda de Crystal.

—Si te sirve de consuelo —comentó Phillip—, creo que cualquier mujer habría encontrado tu espectáculo muy atractivo.

Viper y Anne lo miraron, confundidas.

—Phil, él es gay —le explicó la víbora.

—Oh. Entonces, ¿no debería ser algo común para él?

—Creo que eso es un estereotipo, Phil —dijo la loba.

—Podría estar bien de todas formas, si fuese un gay divertido, pero no —se quejó Viper rodando los ojos—. Él tiene que ser un niño emo y dark.

Se cruzó de brazos, molesta, y Anne la miró con reproche antes de intentar otra cosa.

—Damon, entiendo si te da vergüenza —habló en un tono más suave y amable—. Solo quería decirte que... yo siempre amé la música, era lo que más me ayudaba a olvidar todos mis problemas, pero llevaba un tiempo sin poder de disfrutar de canciones alegres. En verdad disfruté poder festejar algo todos juntos. Fue uno de los mejores días de mi vida y que tú fueras parte de eso lo hizo aún más importante para mí. Gracias.

Cuando terminó su discurso y se volvió hacia sus compañeros, se encontró con ambos mirándola como si hubiese dicho algo incomprensible. 

—¿Cómo puedes ser tan adorable? —comentó Viper. 

Anne abrió la boca para decir algo, mas fue interrumpida por la puerta frente a ellos abriéndose con violencia y sobresaltándolos. Damon salió de la oscuridad de su cuarto para caminar directo hacia la víbora, haciéndola retroceder hasta chocar con una pared.

—Si vuelves a hacer algo como eso, juro que te arrancaré las uñas, una por una —le amenazó mientras ella alzaba las manos y lo miraba con ojos los abiertos de par en par.

—Primero que todo, súper específico —respondió Viper—. Segundo, lo siento... pero no puedo prometer eso. Creo que merezco tener algo de energía positiva en mi cumpleaños... —Se frenó a sí misma cuando él alzó una mano como advertencia— ¡De acuerdo, está bien! No lo haré más, aguafiestas.

Su promesa bastó para calmarlo. Damon la dejó en paz y se dirigió de vuelta a su habitación, aunque se detuvo antes de entrar.

—Me alegra que hayas pasado un buen momento —le dijo a Anne—, pero yo prefiero olvidar que alguna vez sucedió y no creo que se repita jamás.

La loba le dirigió una sonrisa gentil— Está bien. Seguro que tendremos muchos otros momentos felices juntos.

Él no le contestó, mas su expresión demostró que se sentía más sosegado por la dulzura de ella. El silencio se expandió unos segundos mientras Damon parecía querer decirle algo a Phillip, hasta que Viper decidió volver a hablar.

—Entonces, ¿qué hacemos para el cumpleaños de Anne?

La loba se emocionó de inmediato, al tiempo que las amenazas del demonio empezaron de nuevo, seguidas por más discusiones con la víbora. El ruido volvió a inundar el castillo, y en la última habitación de una de sus torres, Crystal se encontraba sentada en el suelo con las piernas cruzadas y los ojos apuntando a la ventana.

La vidente suspiró ante la escena que podía ver llevándose a cabo en ese momento, porque sabía que habría muchas de esas en el futuro y también recordaba todas las que ya habían sucedido. Parecía como si fuesen niños que nunca crecían. Le resultaba irritante, aunque una parte de ella lo encontraba envidiable. 

Lo único que desconocía era si ellos llegarían a apreciar lo que tenían en algún momento.


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